Cultores del latrocinio

En Panamá se requiere una justicia imparcial. El autor es periodista, profesor de español, corrector de estilo y escritor. (Foto, Freepik).

Por Robert K. Fernández

– Los políticos y hombres que han esculpido el bien por doquier son los que vivirán por siempre en los corazones del pueblo panameño, no aquellos que han sembrado el culto a la maldad, el latrocinio, la muerte y el engaño.

– Estos no podrán ser paradigmas de la historia, puesto que nunca han optado por brindar bienestar a un pueblo que, desde 1903, lo ha estado clamando.

– Es aterrador vivir en un país donde los políticos se vanaglorian de ser los mejores hombres del mundo, pero realizan maquinaciones de toda índole para sacar provecho de sus posiciones políticas en el Gobierno del cual forman parte, en vez de emplear el ingenio para cultivar buenas acciones que favorezcan a sus congéneres.

– Durante las campañas electorales, los políticos prometen lo impensable al pueblo panameño. Pero lo más terrible de todo es que no cumplen con lo ofrecido, aunque cuenten con los presupuestos asignados.

– Desde los albores de la República, los Gobiernos que se han sucedido han propuesto soluciones que nunca han llegado a la población nacional, entre ellas, dotar de agua potable a todos, sin excepción, para que tengan una vida saludable y llevadera.

– En vez de eso, los dotan, a veces, de agua potable mediante cisternas que les envían cada vez que hay crisis del líquido. 

– Pero no solo han fallado en ese sentido, porque todos los años los habitantes de los sectores productivos piden a gritos que se les reparen o construyan carreteras para sacar los productos de sus esfuerzos diarios.

– Sin embargo, tienen que llegar a la decisión impopular de trancar las vías en perjuicio de los usuarios que tienen que sufrir largas horas de espera para llegar a sus puestos de trabajo o para realizar sus diligencias.

– Así se pasan todas las campañas electorales prometiendo lo que nunca van a cumplir. Son asaltantes del erario público y llevan a cabo sus propósitos desleales y traicioneros sin sentir un ápice de pudor por los habitantes que han cifrado su esperanza en ellos.

– Cada año la mayoría de los panameños claman por mejores días para ellos y sus hijos que merecen una buena educación para superarse cuando sean mayores y les corresponda ser profesionales que laboren por el futuro económico y social del país.

– Enriquecerse a costa del dinero de los impuestos que paga cada panameño, de cualquier estrato social, es un delito que debe perseguirse hasta que caigan los implicados, pero, al parecer, esto no será posible mientras no haya una justicia imparcial que acabe con este mal.        

– “Solo los que construyen sobre ideas construyen para la eternidad”, decía Ralph Waldo Emerson, pensador y ensayista norteamericano. Este pensamiento se encuentra en el frontispicio del glorioso Instituto Nacional de Panamá, con el cual se les recuerda los valores morales a todos los institutores que se forman en sus aulas.

– Eso es lo que necesitan los que llegan a ostentar como trofeos políticos sus posiciones en el engranaje gubernamental y cuya finalidad es apropiarse de los recursos económicos que sirven a la nación panameña.  

– Ya es hora de que los administradores de los bienes de todos los panameños se pongan las manos en el corazón y piensen, más que todo, por sus hijos y familiares, en realizar una buena labor en bienestar del país.

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