La Ley, igual para todos sin excepción

El autor es periodista, profesor de español, corrector de estilo y escritor. (Foto, archivo de Revista LEA).

Por Robert K. Fernández

– La Ley es igual para todos los habitantes del planeta, sin excepción de raza, credo, política o condición social. La aprobación de una nueva Ley debe tener como finalidad propiciar una igualdad de oportunidades, en todo sentido, para cada uno de los seres que serán afectados con la iniciativa.

– Una Ley es una limitante de los excesos que pueden atribuirse algunos ciudadanos que creen estar por encima de toda autoridad y que creen estar alejados de las consecuencias de sus comportamientos. Ejemplos sobran del pasado, en todas las épocas, y actualmente hay algunos verdaderamente espeluznantes. 

– A pesar de los castigos que han recibido por causar daños irreparables a la humanidad en todos los aspectos, los políticos, sobre todo, no han aprendido la lección y todavía piensan que saldrán bien librados porque algunos se sienten protegidos por la Providencia, pero, de seguro, tendrán sus condenas.

– En la actualidad, varios Gobiernos han pisoteado las sagradas normas de las Constituciones nacionales, y han defendido a capa y espada sus desquiciadas decisiones.

– Casos concretos los encontramos en algunos países donde, por ejemplo, se viola la Carta Magna para permitir la reelección permanente de los Gobiernos de turno, quizás con la idea de perpetuarse en la silla presidencial para siempre de cualquier manera.

– Nadie es eterno ni omnipotente, pero aducen que los pueblos los recordarán como salvadores de las Naciones. 

– También hay quienes pretenden expulsar a todos los migrantes legales e ilegales de su país, por cualquier causa, incluidos los nacidos allí. Sin embargo, los que respaldan dicha norma han olvidado por completo que muchos de ellos son hijos de extranjeros que se han nacionalizado y trabajado para engrandecer al país.

– Si la Ley arropa a todos por igual, entonces las condiciones de sus familiares no escaparían de ella. Sin embargo, no es nada cierto que piensan corregir las atrocidades que cometen contra personas humildes y sanas, pero los de alcurnia no serán tocados de ninguna manera.

– Además, estos gobernantes atentan contra la vida y la salud de sus connacionales al negarles atención médica, medicinas y aumentarles los precios de los alimentos.

– También están los Gobiernos guerreristas, cuyo propósito es borrar a naciones enteras de la faz del planeta Tierra porque ellos lo desean así.

– Otro aspecto es la codicia por los territorios de otros países, los cuales quieren repartírselos bajo el pretexto de lograr una paz en un conflicto bélico causado por solo una de las partes, es decir, unilateral.

– Lo interesante es que una de las partes que busca la “susodicha paz” no tiene ni arte ni parte en el conflicto, pero pretende asirse de territorios de la nación afectada solo por su intervención en las negociaciones. 

– Entonces, frente a este maremágnum de acontecimientos para la humanidad la Organización de Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y todas las organizaciones del mudo están en la obligación de exigirles a esos países que pongan fin a las hostilidades y que respeten la soberanía de todas las naciones.

– No solo deben criticarlos, como se hace actualmente, sino aplicar las leyes que se han aprobado entre las naciones civilizadas.

– Para resolver estos problemas, las Naciones deben formar psicólogos, siquiatras y otros profesionales de la salud mental y someter a los políticos y futuros mandatarios a exámenes que los certifiquen como aptos para gobernar y castigar a todos los que se salen de las casillas, porque se deben respetar la vida y la honra de los conciudadanos.

– Según las fuentes del derecho, el libre albedrío tiene implicacione religiosaséticaspsicológicas, jurídicas y científicas. Tampoco señala que una persona debe tener el control mental de todos los habitantes de un país, porque este principio solo se aplica a sus propias acciones.

– De allí que es necesario que cada individuo tome sus propias decisiones sin involucrar a otros, sin ir contra sus voluntades. Solo así funciona la verdadera democracia.

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