
Por Eva E. Montilla, Revista LEA
– Ayer, 4 de agosto de 2025, murió Ileana Golcher, periodista, docente universitaria, escritora, editora de libros, investigadora, pero, sobre todo, una mujer muy valiente, humana, solidaria, con quien me unió una amistad de más de 32 años.
– La he considerado como una de las hermanas, (sin lazos biológicos), con la que la vida me premió, porque siempre encontré en Ileana la amistad de chistes, de anécdotas, de temas profesionales y personales, de quien aprendí mucho, porque se trataba de una mujer muy versada.
– Con su transición a la eternidad, una luz se ha apagado en el mundo terrenal. Aunque fue muy valiente y luchó contra ese cáncer metastásico que la afectó tremendamente, lo superó.
– Sin embargo, su cuerpo quedó marcado, principalmente, por los efectos de las radiaciones, de las quimioterapias, tratamientos que le lesionaron otros órganos, no obstante, se enfrentó a eso y pudo resistir muchos años.
– Como sobreviviente de cáncer, aprovechó la nueva oportunidad de vida para escribir libros propios y editar obras de otras personas; ayudó a interesados en la literatura y los orientó a que escribieran y publicaran sus producciones.

– Ileana nos ha dejado un legado enorme, el que esperamos sea aprovechado, particularmente en la educación, en razón de era una experta en ese tema, lo conocía a cabalidad, lo investigó profundamente y dejó libros, aparte de otros documentos relacionados.
– Desde mi punto de vista, estas investigaciones podrían ayudar a quienes se encargan de la política pública de educación, a encontrar allí ideas, recomendaciones para mejorar a este sector de nuestro país, que está enfrentado a deficiencias, a rezagos en temas como innovación y la propia enseñanza.
– Por siempre la recordaré. La admiré mucho por su forma de ser, por ayudar a los demás y por la cognición que nos dejó. Soy creyente en que las personas como Ileana, que llevaron un liderazgo, pero se mantuvieron sencillas y accesibles a los demás, nunca morirán. Para la eternidad las tendremos presentes.
– En estos momentos me siento muy triste, pero, como creyente de la fe católica, sé que Dios fue muy bondadoso al llevársela al viaje eterno para que no sufriera más.
– La última vez que conversé con ella fue el 24 de julio del presente año. Me comentó que estaba en cama y no podía caminar. Realidad difícil para alguien que poseía una energía indescriptible, que gustaba de reunirse con amigos y colegas.
– En ese momento me dijo: “Eva ora mucho por mí”. No pasó por mi mente que era la despedida definitiva de una maravillosa amistad, tomando en cuenta la fortaleza de la que disponía Ileana y con el recuerdo de la mujer activa, pero que en esa etapa de su vida tenía que quedarse en casa.

– A los que quedamos en la tierra nos hará falta, esencialmente a sus hijos, su nieta y al resto de la familia, pero, definitivamente, ella descansó de tanto dolor, de tantas afectaciones y de muchas angustias, básicamente, del deterioro de sus riñones, que la afectó tremendamente.
– En esa bondad que mencioné de Dios hacia Ileana, el ser supremo le permitió terminar un libro de un extraordinario panameño a quien quiso mucho y admiró: el doctor José Renán Esquivel, una institución del ejercicio de la medicina en Panamá.
– La obra se titula: “Doctor José Renán Esquivel-Humanista, Visionario y Ambientalista”. Ileana logró terminarlo y está en venta. Ese libro fue parte de su adiós del mundo literario.
– Ella siempre quiso que esas enseñanzas que el doctor José Renán Esquivel le dio al país, a sus colegas médicos y a aquellos que formaron parte de su entorno, no quedaran solo en el recuerdo de algunas memorias privilegiadas, sino plasmadas en ese libro.
– Tenemos que continuar la vida y recordarla como la ciudadana que fue, una singular persona.
– Poseo muchas vivencias, pero recuerdo lo que continuamente me decía: “Eva Montilla, la conversación interminable”. La referencia se debía a que nosotras nos podíamos pasar dos y tres horas conversando y nunca terminábamos los temas,
– Dios también fue bondadoso al permitirme que conociera a Ileana y que pudiéramos entablar una estupenda amistad. Quien nos presentó fue el poeta José Franco, ya fallecido también.
– A lo mejor si no la hubiera conocido, no tuviera todas estas enseñanzas y recuerdos gratos, productos del cúmulo de conversaciones que sosteníamos y que seguían la senda del conocimiento.
– Ileana hablaba de los autores nacionales o internacionales de una forma tan especial, como si en la ocasión de la conversación ellos estuvieran al frente, allí, y una los podía conocer presencialmente. Esa era una gran virtud de Ileana Golcher.

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